¿Qué es Manejo
Integrado de
Malezas (MIM)?
¿Qué es el
manejo integrado
de malezas?
El manejo integrado de malezas (MIM) es un enfoque para manejar las malezas mediante múltiples tácticas de control en una temporada de crecimiento permitiendo a los productores una mejor estrategia para controlarlas.
Liebman y Gallandt en 1997 describieron que es mejor contar con muchos martillos pequeños en vez de tan solo uno grande para dar combate a las malezas, y de eso se trata el manejo integrado, utilizar tantas herramientas como sea posible.
¿Qué és el Manejo Integrado de Malezas?
El manejo integrado de malezas (MIM) es la integración de diferentes prácticas que, en conjunto, ayudan a reducir la interferencia de las malezas así como también a limitar su propagación. El propósito del MIM consiste en incluir una serie de técnicas durante una temporada de crecimiento que le permita a los productores una buena oportunidad para controlar las malezas más problemáticas. Quizá fueron Liebman y Gallandt en 1997, quienes mejor describieron que es mejor contar con muchos martillos pequeños en vez de tan solo uno grande para dar combate a las malezas, y de eso se trata el manejo integrado, utilizar tantas herramientas como sea posible.
¿Por qué es necesario el Manejo Integrado de Malezas?
Quizás sea mejor discutir primero ¿por qué es necesario el control de malezas?. Las malezas impactan negativamente en el rendimiento de los cultivos, interfieren con muchas prácticas del sistema productivo y además las semillas pueden contaminar el grano y contribuir a la dispersión de especies no deseadas donde la misma no está presente. Según investigaciones nacionales, el rendimiento de maíz y soja se puede reducir en hasta en un 50% sin un control efectivo de malezas.
La aplicación de herbicidas es la principal estrategia de control de malezas utilizada tanto en Argentina como en el resto del mundo. La dependencia reiterada de este método de control ha llevado a la aparición de malezas resistentes. Actualmente, si bien el espectro de herbicidas es muy amplio, pero con una limitada cantidad de modos de acción, hace que el número de productos disponibles sea muy limitado, y como consecuencia de esto los casos de resistencia a herbicidas vayan aumentando rápidamente. Por consiguiente, los herbicidas necesitan ayuda adicional para asegurar un control adecuado de las malezas.
Es imperativo integrar tácticas de manejo de malezas, que sumadas a los herbicidas, permitan un adecuado control y no tengamos que depender exclusivamente de la industria de fitosanitarios y su esfuerzo para el desarrollo de nuevos productos. Creemos que cuidar los recursos químicos disponibles con tácticas de apoyo a los mismos es vital para el desarrollo sustentable de la producción agrícola.
Componentes de un plan de MIM:
El objetivo del MIM es incorporar diferentes métodos de manejo de malezas en un esfuerzo combinado para controlarlas. Así como usar el mismo herbicida una y otra vez puede contribuir a la aparición de resistencia, la dependencia de cualquiera de los métodos detallados más adelante, con el tiempo pueden reducir su eficacia contra las malezas, por lo que el estudio y análisis constante del sistema es fundamental para lograr los objetivos deseados. Algunos factores principales a considerar al desarrollar un plan de MIM son las especies de malezas objetivo, el tiempo, los recursos y las capacidades necesarias para implementar estas tácticas.
Si bien es aconsejable ser un buen administrador de la tecnología de herbicidas, mediante el uso de aplicaciones de herbicidas PRE y POST EMERGENTES, o mezclas de tanque, el MIM requiere el uso de técnicas más allá de los herbicidas. Por ejemplo, el uso de estas prácticas de aplicación de herbicidas junto con un cultivo de cobertura de invierno o el control de semillas de malezas de cosecha (HWSC) y métodos de prevención se consideraría como una integración de las prácticas de manejo de malezas..
El MIM se compone de técnicas mecánicas, culturales, químicas y biológicas,y sumado a todo esto la prevención, que detallaremos más adelante.
La prevención es uno de los primeros pasos del manejo de malezas. Esta categoría es diferente a las demás y se refiere tanto a mantener las malezas fuera del campo, como en evitar que se diseminen dentro de un lote cuando ya fue introducida.
Los productores pueden incorporar esta táctica al:
- Evitar introducir al campo insumos que estén contaminados con semillas de malezas, como por ejemplo semillas para siembra del cultivo, para cultivos de cobertura, rollos o fardos para alimentación bovina, etc.
- Limpiar exhaustivamente equipos de labranza, siembra y cosechadoras (metodología de limpieza combinada), que podrían transportar semillas entre lotes de un mismo campo o campos vecinos.
- Evitar que las malezas produzcan semillas en el campo, pero también en zanjas de drenaje, alambrados y otras áreas cercanas no cultivadas.
- Monitorear las malezas de manera oportuna.
- Proceda con precaución al comprar equipo agrícola usado o al alquilar lotes donde no se conozca su manejo previo y qué malezas que puedan habitarlo.
Un cultivo sano y vigoroso es el mejor control de malezas. Las prácticas culturales están diseñadas para darle al cultivo una ventaja competitiva sobre las malezas.
Los productores pueden incorporar ésta táctica a través de:
- Reducir el espacio entre hileras para que el cultivo pueda alcanzar el cierre del canopeo más rápidamente para sombrear las malezas.
- Rotación de cultivos para evitar que las malezas se adapten a las técnicas comunes de control y además permita la rotación de herbicidas.
- Manejo de nutrientes para permitir una absorción óptima del cultivo mientras se limita la disponibilidad de nutrientes a las malezas.
- Cultivos de cobertura para competir con las malezas por espacio, luz, nutrientes y agua.
- Adelantar o retrasar las fechas de siembra para darle al cultivo una ventaja inicial o permitir una camada de germinación de malezas que se puede controlar antes de sembrar.
- Selección de variedades de cultivos para garantizar que los cultivos tengan la máxima ventaja competitiva contra las malezas.
Los herbicidas son una parte integral de la mayoría de los planes de manejo de malezas y seguirán siéndolo, incluso en los programas de MIM.
Las buenas prácticas de manejo para la aplicación de herbicidas incluyen:
- Monitoreo oportuno.
- Identificación adecuada de malezas y conocimiento de las malezas resistentes a herbicidas en el área.
- Aplicación correcta de herbicidas, es decir, utilizar el producto a la dosis adecuada en el momento adecuado y bajo las especificaciones dadas por el fabricante.
- Maximizar la diversificación mediante el uso de herbicidas ya sea solos o en mezcla de tanque con diferentes modos de acción efectivos (MOA) y mediante la rotación a lo largo de la temporada, siempre que fuese posible.
- Planificar con anticipación las estrategias de control de malezas en el tiempo para evitar el uso repetido de herbicidas con el mismo MOA.
El manejo mecánico de malezas está dirigido a prácticas físicas que interrumpen la germinación y/o destruyen el tejido vegetal, y más recientemente la utilización de dispositivos de destrucción de semillas de malezas durante la cosecha del cultivo.
Los productores pueden incorporar alguna de estas prácticas mediante:
- el arrancado manual
- las labranzas
- el quemado
- el corte
- el empleo de robots de desmalezado
- control de semillas de malezas en la cosecha (HWSC), que reduce la entrada de semillas de malezas en el banco de semillas del suelo al destruir o eliminar las semillas retenidas por las malezas en el momento de la cosecha.
Esta práctica utiliza organismos vivos para controlar las malezas, incluidas bacterias, hongos o insectos que tienen preferencia por una determinada especie. Quizá sea esta práctica posiblemente la menos utilizada de todas, pero es objeto de mucha investigación.
El control biológico es también una práctica que puede pasar estar incluida en otra, como por ejemplo, el hecho de demorar una labranza luego de la cosecha, puede estar facilitando que roedores, aves u organismos del suelo degraden las semillas de malezas. Los cultivos de cobertura también pueden considerarse una práctica de control biológico ya que favorece el desarrollo de organismos vivos que atacan a las semillas de las malezas.
Escrito y adaptado para Argentina por:
GROW
Claudio Rubione
Antonio Wojszko