Las prácticas culturales son aquellas que los productores pueden hacer para ayudar a que el cultivo sea más competitivo contra las malezas. Son esenciales para disminuir los problemas de malezas en los cultivos en surcos y ayudar a optimizar los programas basados ​​en herbicidas. El aumento del vigor del cultivo y la competitividad permiten a los cultivos competir con las malezas y resistir la presión de estas sobre el cultivo. Los ejemplos incluyen mantener una disponibilidad óptima de nutrientes en el campo, plantar en un suelo libre de malezas, reducir el espacio entre hileras y seleccionar variedades que sean bien competitivas. Además, las tácticas culturales también incluyen prácticas de manejo agrícola más amplias que hacen que el campo sea menos favorable para el establecimiento y desarrollo de las malezas. Los ejemplos incluyen la rotación de cultivos, la detección oportuna de malezas mediante el monitoreo, los cultivos de servicio y el estar atento a los nuevos problemas de malezas a nivel zonal.